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La simplicidad me llevó a la esencia

Me siento apasionada por crear una alternativa gastronómica basada en la vida, la cercanía, el respeto y las emociones.

Todo alimento real, es decir vivo o sin procesar, es capaz de renunciar en algún momento a su forma, olor, sabor y textura para convertirse en un productor de nuevas oportunidades de vida. Un garbanzo seco y duro, puede llegar a ser un brote suave y frágil en 5 días. Los procesos de evolución en la cocina son una increíble metáfora para conectar con los procesos orgánicos, con la naturaleza, y, en definitiva, el hogar.

Si clasificamos los alimentos según las recetas que conocemos, lo limitamos, creeremos que eso lo es todo y si esta receta "no me gusta", significa que no me gusta el ingrediente.

El problema, es que se ha vuelto demasiado fácil desconectar del origen y el valor del ingrediente.

Cada alimento esconde su propia historia, raíz y un sin fin de recuerdos asociados marcando nuestras memorias; que, sin darnos cuenta, pagamos por eliminar facilitando la comodidad en la cocina y nuestra alimentación. Así hemos llegado a crear este sentimiento común, social, moderno y aparentemente confortable que nos ha traído la posibilidad de comprar el yogur, el pan, la pasta, una lista de proteínas vegetales envasadas al vacío, vegetales en bote cocidos o verduras congeladas ya cortadas para hacer al microondas. La ley del mínimo esfuerzo.

Facilitar cómodamente nuestras ingestas ha provocado un desarraigo de lo que significa la cocina en relación con nuestro cuerpo: conexión con el alimento, la relación en cómo lo ingerimos y el reconocimiento de lo que nos viene bien o no en su estado puro.

La cocina es una oportunidad de conocer y conectar con mis necesidades emocionales y nutritivas

Ly VegaLa Plantífera

La cocina y el placer deberían significar lo mismo. Si no es así, tenemos un problema.

Si los sentidos fueran nuestras ventanas al mundo, el placer no estaría ligado solo a la vista, la lengua y el estómago, también a manos, orejas y olfato.

Muchas veces, cuando cocinamos y comemos, estamos enfocados a que nos “entre por la vista”, “que sepa bien” y que “nos llene”. Queremos ir rápido y no tenemos tiempo de sentir el placer del tacto, de escuchar si burbujea o crepita la sartén, o de pararnos a olfatear como se transforman la conjunción de aromas en la olla.

Aprendí de bien jovencita, que, si descuidaba mis sentidos, arrinconaba mi percepción interna, y así me volvía esclava de la cantidad en vez de la calidad.

Poco después, llegué a la conclusión de que la cocina y la comida son inseparables.

Pienso que, si eludimos la cocina de nuestras vidas, el apetito y la comida se vuelven un termómetro para medir nuestro bienestar. Y así es como poco a poco nos acercamos a los desórdenes que vivimos como sociedad “moderna” o sociedad que no tiene tiempo para el placer, para el proceso, para vivir.

¿Por qué me fui al bosque?

En un momento dado, la necesidad de hacerme responsable de mis dependencias y el impacto que genero cada vez se hacía mayor. El anhelo por aprender a simplificar mis necesidades diarias personales y profundizar en la forma en cómo existo desde una raíz, donde en tiempos antiguos se necesitaba mucho menos, cada vez era más importante. Por eso, irme a vivir a un teepee (tipi), una casa que también cocina, con la estructura más simple imaginable, era un buen comienzo. Quería descubrir qué era vivir como mis antepasados lo hicieron; acercarme a un estilo de cocinar puro y sencillo, basado en ingredientes humildes y técnicas particulares que en definitiva los anclaban a la tierra, y eso hacia el hogar. Usar todo cuanto había al alcance, hacía la evolución y la independencia, el carácter y la identidad del lugar, de las personas, de la tribu y de la convivencia.

Somos pura vida, cocinar con ingredientes con potencial de vida, así como cualquier elemento de la naturaleza siempre nos lo recordará.

Para mí, era importante que la experiencia que me cambió la vida pueda llegar a todas las personas que vibren en esta dirección a través de la escuela online y paralelamente, quién se quiera impregnar, vivir y conocer de cerca en directo esta experiencia, venga a los encuentros presenciales.

Facilitar cómodamente nuestras ingestas ha provocado un desarraigo de lo que significa la cocina: la CONEXIÓN con el alimento, la RELACION como lo ingerimos y el RECONOCIMIENTO de lo que nos viene bien o no en su estado puro.

@chef_lyvega

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